Podría decir como dicen muchos, que es un tipo de arte, una forma de vivir, o
de sentir la vida. Cualquiera que haya practicado éste deporte alguna vez, con
más o menos intensidad, pero con el orden mínimo que se requiere para darte
de cuenta de lo vulnerable que eres, empiezas a comprender cosas que quizás
nunca te hayas planteado.
Para mí el boxeo hoy es un todo. Me obliga a entrenar día tras día, a intentar
superarme con cada entrenamiento, y a no ceder ante el empeño del cansancio.
Como yo hay muchos que se esfuerzan en esa lucha interna, en no escuchar el
dolor de tus hombros, en no parar cuando las piernas gritan, en no detenerte
aunque sepas que pierdas.
No voy a negar del miedo que siento cada vez que subo a un ring, o de cada vez
que guanteo con amigos míos, pero tan inmenso es ese miedo como el placer
de sentirse vivo, que no importa lo fuerte que te golpeen, si no el empeño que
pongo para no perder el equilibrio.
He soñado en infinidad de veces, que boxeaba contra Oscar de la Hoya en el
Israel Benítez
Madison, contra Tito en las Vegas, y contra Castillejo en las Ventas. He soñado
que podría vivir del boxeo, que me hacía grande como el gran ALÍ, que viajaba
por todo el mundo y todo el mundo sabía de mí. He soñado y sigo soñando,
aunque los años y la realidad me demuestran, que mi capacidad como boxeador
nunca me aportará alcanzar tales sueños, pero no por ello dejo de soñar, no
por ello dejo de entrenar, no por ello dejo de amar éste deporte...